miércoles, 30 de enero de 2013

XOOWMAGAZINE29 P230 #xoowopinion BY ROBERTO


DESAHUCIOS: LAS COSAS COMO SON

Me he decidido a escribir estas líneas por distintos motivos. En primer lugar porque se trata de un asunto grave e importante y que además esta de rabiosa o candente actualidad. También porque se trata de un asunto que entraña bastante complejidad de comprensión y entendimiento, ya que desde un punto de vista económico-técnico tiene cierta complejidad, y del que solo se habla con coraje, apasionamiento e indignación, sin duda alguna justifi cados en bastantes casos, pero con poca o muy poca información. Además de una notable falta de serenidad racional que requeriría un asunto tan grave como este. Este asunto
tiene tres componentes diferentes: 1º.- Sociológico. Todos hemos visto y lamentado las dramáticas escenas de distintos desahucios que nos han conmovido y en muchas ocasiones hasta indignado, sintiéndonos impotentes ante esa dura realidad. 2º.- Jurídico. Nuestro ordenamiento jurídico cuenta con unas leyes que mientras estén vigentes hay que cumplirlas. Si no nos gustan o nos parecen injustas cambiémoslas, pero entretanto no acatarlas supondría la quiebra del estado de derecho, y esto sería lo más grave que podría suceder. Así son las cosas, aunque nos disgusten. 3º.- Económico. Vivimos insertos en un marco de economía capitalista y de mercado que no es ni mucho menos perfecto, pero que con mucho es el sistema que mayor bienestar material ha proporcionado a la humanidad en toda su historia. Este es un hecho objetivo, negarlo sería negar la evidencia. Pues bien, ese marco de economía capitalista y de mercado se ha dotado de unas reglas de juego para su funcionamiento que hay que respetar a toda costa para que el juego siga activo. Los dos primeros aspectos, el sociológico y el jurídico, se pueden englobar en uno solo que podríamos denominar político. Este aspecto, aunque muy importante, no lo voy a tratar. Solo voy a abordar el tercero, el económico, que es el que se corresponde con mi profesión. Los bancos prestan dinero, es su negocio, viven de ello. Pero este dinero que prestan solo es suyo en una proporción mínima. Mayoritariamente es propiedad de sus clientes de pasivo o lo que es lo mismo, de los depositantes o titulares de toda la gama de cuentas que los bancos ofrecen por una parte y por otra del dinero que obtienen en forma de préstamos como si se tratara de una empresa comercial más, aunque con ciertas particularidades importantes que no vienen al caso. Este dinero que reciben prestado, que no depositado, lo obtienen los bancos en los mercados monetarios y de capitales, nacionales o internacionales. Naturalmente y como consecuencia de las garantías que se supone que ofrecen, se les aplican tipos de interés privilegiados, o sea bajos junto con otras ventajas adicionales. Por lo tanto este dinero, la financiación externa, lo tienen que devolver sí o sí. De ello depende su calificación financiera y su credibilidad empresarial y por lo tanto su propia supervivencia. Además tienen que atender inexorablemente las peticiones de dinero de sus clientes, y esto solo pueden hacerlo si se les reintegran los préstamos que previamente han concedido, insisto, con dinero que no era suyo, según una planificación, más o menos bien calculada, para evitar descalces de plazos. Esto funciona así desde siempre, es perfectamente legal y conforma lo que se denomina “Sistema bancario de reservas fraccionarias”, y es lo que tenemos. Son muchos los expertos que piden el cambio y que deje de ser así, pero les puedo anticipar que no es tarea fácil de lograr. El sector bancario español y también todos los del mundo se sustentan en una sola palabra, CONFIANZA, sin ella los bancos no existirían. ¿Que piensan ustedes que ocurriría si uno o más depositantes acuden al banco a retirar su dinero por ventanilla y les dicen que no puede atender su petición?, o ¿si no atienden las pólizas que los mismos bancos han contratado en los mercados financieros? Pues sencillamente ocurriría lo que se denomina una “corrida bancaria” (Bank run o Bank panic). A ver quien llega primero antes de que se acabe el dinero, y no en un banco concreto sino en todo el sistema bancario al unísono. Recuerden la conocida película “Mary Poppins”. Todo el país entero, bancos y empresas de todo tipo, tendría que bajar la cortina de la ventanilla por cierre. El pillaje, el hambre, los desórdenes violentos, etc., aparecerían por doquier. Esta realidad ningún gobierno la puede permitir. Y la única forma de evitar una situación límite de estas características sería que el gobierno y los organismos internacionales se hicieran cargo de los bancos. Con el dinero de todos por supuesto y con el caos monetario subsiguiente (hiperinflación). Conclusión o se les paga a los bancos o el caos. No queda otro remedio que elegir entre lo malo y lo peor. Con estos asuntos tan serios no se debe ni se puede hacer demagogia política. Las cosas son así y así hay que aceptarlas. Me duele en el alma decirlo, pero no se pueden eliminar ni paralizar los desahucios. No pagaría nadie o casi nadie y la morosidad alcanzaría niveles insostenibles acelerando el desastre. Se pueden y se deben encontrar soluciones políticas intermedias. Dación en pago por ejemplo, que por cierto éramos muchos los que la estábamos reclamando y de haber existido, como existen en casi todos los países del mundo anglosajón, los bancos no hubieran concedido créditos hipotecarios con tanta alegría y en muchos, demasiados, casos con irresponsabilidad y falta de profesionalidad (prefiero no tocar ahora el tema de los “bonus”). Además de esta medida, que la considero la más importante pero insuficiente, habría que buscar las medidas complementarias que hicieran falta de orden paliativo. Me consta que nuestras autoridades, de todo tipo, están en ello. ¡Ánimo! Pero pagar hay que pagar, aunque sea mal y tarde, de lo contrario el sistema se hunde y con él todos. No es momento de buscar responsables, todo llegará. En este asunto todos tenemos nuestra parte de responsabilidad, los prestatarios que firmaron las hipotecas también, aunque los bancos, en irresponsabilidad, nos ganan a los demás por goleada. Ahora hay que salir adelante con todos los medios a nuestro alcance. En definitiva, esta situación no se puede resolver por decreto ni por ley. Si se me permite en otro momento aportaré mis propuestas. Ahora y aquí no hay espacio para más.
Roberto Ferrada
Economista