viernes, 22 de noviembre de 2013

XOOWMAGAZINE34 P189 #xoownature CULEBRA DE AGUA




Se trata de una culebra de mediano tamaño y aunque algunos ejemplares pueden llegar a medir 90 o 100 cm, lo más normal es que no superen los 60 o 70 cm. Poseen escamas dorsales y laterales aquilladas y una cabeza bien diferenciada del cuerpo con el hocico romo y corto. Tiene ojos grandes, de pupila redondeada. Presenta un colorido variable, normalmente pardo-verdoso o grisáceo, aunque también hay ejemplares  rojizos, casi negros o anaranjados. Tiene un diseño dorsal con manchas más oscuras, a veces, muy patentes en forma de zigzag en la parte media del cuerpo y una serie de manchas laterales a modo de ocelos redondeadas con el centro más claro. Existe también un diseño denominado bilineata, en el que se presentan dos franjas paralelas claras, sobre un cuerpo más oscuro, aunque este diseño nunca lo hemos encontrado en la Sierra de Guadarrama. En la cabeza presenta escamas grandes y un diseño en V oscuro en la nuca. Las escamas infra y supra-labiales son más claras con los bordes oscuros. Es la especie más acuática de entre las culebras ibéricas, apareciendo normalmente asociada a alguna masa de agua, ya sea un río, una charca, un embalse, una laguna o una cantera inundada, pudiendo incluso habitar medios con cierta salinidad como marismas o rías. A veces se encuentra en pequeños puntos de agua bastante alejados de otros, por lo que deducimos que, en especial los ejemplares jóvenes, recorren con cierta asiduidad zonas poco acuáticas en busca de nuevos territorios. Es una culebra que nada muy bien y además puede permanecer largo tiempo sin subir a respirar, en ocasiones hasta más de 15 minutos. Se encuentra activa, en estas latitudes, entre marzo y noviembre, realizando una hibernación en huras de animales, huecos bajo las raíces, piedras o troncos en las orillas de los ríos. Aunque algunos libros hablan de 2 celos al año, al haber encontrado ejemplares copulando en primavera como en otoño, parece que en otoño las cópulas son infructuosas. Así, la mayoría de los acoplamientos tienen lugar desde abril a junio y se pueden prolongar durante más de 1 hora. Una vez producidos, tienen lugar las puestas que suelen ser entre junio y julio y que consisten en, entre 2 y 19 huevos, que la hembra suele depositar bajo raíces, piedras, en oquedades y galerías cerca de las orillas. Los huevos son blancos y miden 28-37x14-19 mm. La incubación dura entre mes y medio y tres meses y las primeras eclosiones tienen lugar en Agosto no siendo raro encontrar ejemplares neonatos incluso en el mes de Octubre. Los ejemplares recién nacidos tienen un desarrollo muy rápido durante los 4 o 5 primeros meses de vida y luego su crecimiento se hace mucho más moderado. Se alimenta básicamente en el agua de peces pequeños, anfibios adultos y larvas e invertebrados acuáticos, al acecho. Muchas veces mimetizada en las orillas, disparando la parte delantera de su cuerpo ante la presa, otras veces utiliza su lengua a modo de cebo y en algunos casos forrajea siguiendo las partículas olorosas dispersas en el agua, así como el tacto de las pequeñas ondulaciones realizadas por las presas en el medio acuático. En ocasiones también caza en tierra, buscando activamente algún micro-mamífero o invertebrado. Una vez capturada una presa suele sacarla fuera del agua donde la engulle. Existen numerosos depredadores de esta culebra, especialmente, garzas, cigüeñas, milanos reales y negros, ratoneros, águilas imperiales, águila culebrera, culebras bastardas, erizos, ginetas, nutrias y turones. Pueden alcanzar entre 15 (machos) y 20 (hembras) años de edad en libertad. Cuando se siente amenaza adopta una postura característica que se cree que es de imitación a las víboras, de ahí su nombre común de culebra viperina. Para convertir su cabeza en triangular a modo de cabeza de víbora dilata la anchura de sus mandíbulas. También recoge su cuerpo y realiza bufidos y chasquidos, mientras finge ataques que en muchas ocasiones se limitan a golpear con su hocico a su adversario. No obstante es una especie totalmente inofensiva que no tiene veneno y rara vez morderá, limitándose su comportamiento defensivo a esa buena actuación y a la expulsión, en el caso de que sea manipulada, de una sustancia altamente fétida procedente de sus glándulas cloacales que tratará de untar sobre el cuerpo que la retiene. Aunque es el ofidio más común de la península ibérica, no obstante se ha observado un descenso de sus poblaciones en los últimos 30 años, quizá debido al uso de fitosanitarios, la pérdida de hábitats húmedos y que también es víctima del hombre que en muchas ocasiones las confunde con víboras, así como de los atropellos.
Javier Sánchez-Rubio Llamas